domingo, 29 de abril de 2012

Ñuñoa saluda a sus trabajadores

Ante cientos de personas, este sábado 28 de abril, Ñuñoa saludó a sus trabajadoras y trabajadores. En el acto, realizado en el Parque Bustamante, a pesar del frío y la humedad, los participantes vibraron con la presentación de diversos artistas, entre los cuales se encontraban el cantaautor Alfredo Becker, el destacado artista Francisco "Pancho" Villa y el Conjunto de Canto y Baile Chungará, de la población Rosita Renard, quien hizo bailar a la concurrencia. Hicieron uso de la palabra el Vicepresidente del Colegio de Profesores de Ñuñoa, Javier Insunza, y del Presidente de la Confederación de Tabajadores del Cobre, Cristián Cuevas, quien respondió consultas de los asistentes. También intervinieron representantes estudiantiles.
El acto fue organizado por la Coordinadora Comunal para la Celebración del Día de los Trabajadores, conformado por diversas organizaciones culturales, sociales, vecinales, sindicales y políticas de la comuna, con un claro apoyo y solidaridad al movimiento social, hacia el movimiento estudiantil, de respaldo a las justas reivindicaciones de los trabajadores, de las mujeres, de los pobladores, de los movimientos indígenas y minorías sexuales, en preparación de la conmemoración del Primero de Mayo.
Centro Cultural Cordillera

 

sábado, 21 de abril de 2012

INVITACION DIA DE LOS TRABAJADORES

 
Ñuñoa, abril de 2012.

INVITACION

La Coordinadora Comunal de Ñuñoa para la celebración del Día Internacional de los Trabajadores invita a Ud., a un acto político-cultural de dicho magno acontecimiento, a realizarse el
día sábado 28 de abril de 2012, entre las 15,00 y 18,30 hrs en el Parque Bustamante, entre Irarrázaval y Avda. Grecia.

En esa oportunidad tendremos el saludo de dirigentes sindicales comunales y nacionales, así como también de estudiantes, con el fin de solidarizar con las justas reivindicaciones de los trabajadores, apoyando las demandas de lo estudiantes y de diversos sectores sociales, movimientos de mujeres, de los pueblos originarios, movimientos por la defensa del medio ambiente, por mayor democracia y participación de la ciudadanía. Lo anterior en el marco de un acto artístico cultural con la participación de diversos exponentes de la música popular y de las demás expresiones de nuestra cultura.

Coordinadora Comunal de Ñuñoa por el Primero de Mayo


 

Declaración Pública del Colegio de Profesores de Ñuñoa frente a las acciones del Municipio

Estimados y estimadas, les adjunto declaración acerca del término del comodato de la sede comunal del Colegio de Profesores de Ñuñoa por parte del Municipio. Esperamos que nos ayuden a difundirla. Solicitamos solidaridad pública si es posible.

Saludos fraternos,   Alejandra Placencia
 

Santiago, 20 de Abril de 2012


Declaración Pública frente a la intención del Municipio de terminar con el comodato de la Sede del Comunal Ñuñoa del Colegio de Profesores

"Frente al autoritarismo y la represión, ¡lucha y organización!"


El día lunes 16 de Abril del presente año, a través de un oficio ordinario, se nos ha dado a conocer la decisión del Alcalde de terminar con el comodato de la sede comunal del Colegio de Profesores. Es de conocimiento público que el Comunal Ñuñoa del Colegio de Profesores y el Sindicato de Trabajadores de la Educación de Ñuñoa, ambos con sede en el local de Exequiel Fernández, fuimos parte activa del movimiento por la educación de la comuna.

En su afán de imponer sus políticas en educación y en Ñuñoa en general, el municipio ha buscado por todas las formas hacer a un lado a quienes nos movilizábamos. La intención de callarnos, es constante y persistente, la fuerte represión en los liceos y en las calles no se hizo esperar, de hecho, vivimos sus consecuencias hasta el día de hoy en todos los niveles. Más allá de aspectos técnicos– administrativos, que con respaldo jurídico denotan la inviabilidad de la acción y la errónea gestión del procedimiento por parte de las autoridades comunales, queda de manifiesto que esta es una acción más en busca de terminar con la organización de los trabajadores y trabajadoras de la comuna, y una señal para todos quienes buscan organizarse en oposición a la actual administración comunal y en pos de la construcción de un proyecto de nueva sociedad.  

Dentro de este marco, declaramos que el hecho de finalizar el comodato, sin ningún tipo de conciliación,  sin darnos aviso en los plazos legales y utilizando procedimientos poco claros, desconociendo el valor de la organización gremial y sindical de los docentes de la comuna, es un ataque directo a las trabajadoras y los trabajadores de Ñuñoa. La sede del Comunal ha sido siempre un espacio de encuentro de docentes, trabajadores, vecinos, vecinas, pensionados, estudiantes y jóvenes, en sus más de 15 años de funcionamiento. La sede, como espacio de encuentro, diálogo, creación y confraternidad, ha sido un sitio abierto, seguro, democrático e inclusivo. Es más, no es exagerado decir que el inmueble de Exequiel Fernández, ha cobrado una nueva vida en los últimos tiempos. El tránsito constante de vecinos, de organizaciones sociales, la apertura a la comunidad y la facilitación de espacios para la realización de diferentes actividades, son muestra de cómo un espacio privado, enclaustrado e inutilizado, ha tomado nueva vida al ser ocupado por la organización social activa, por la comunidad viva.

La sede de Exequiel Fernández es nuestra sede. Nosotros la hemos construido, le hemos dado sentido y razón. Es un espacio de la comunidad, de todos quienes alguna vez han asistido y han sabido que las puertas están abiertas para responder sus dudas, plantear sus inquietudes y desarrollar sus proyectos.

Frente a quienes quieren restringir nuestros espacios de desarrollo. Frente a quienes ante la amenaza de "su" poder, de "su" normalidad comunal, de "su" gestión incuestionable, nosotros desde la creencia en lo que hacemos, en la necesidad y la validez de nuestras acciones, llamamos a seguir construyendo organización. Si hoy la Municipalidad insiste en quitar los espacios de desarrollo, de defensa y de construcción de los derechos de los trabajadores, reafirmamos la idea que sólo nuestra organización y nuestro ímpetu nos permitirá seguir avanzando.  La represión puede silenciarnos por un momento, pero no puede hacer callar el grito del mundo organizado. Nada se nos ha regalado, todo lo hemos ganado con el sustento de nuestro lucha consecuente y trabajo por las transformaciones sociales urgentes.     
   
Directiva del Comunal Ñuñoa del Colegio de Profesores
Sindicato de Trabajadores de la Educación de Ñuñoa


Prólogo: “Yamayá, la virgen del mar de Baracoa y otros cuentos” Por: Hernán Iglesias Villar (Güira de Melena, Cuba


Prólogo: "Yamayá, la virgen del mar de Baracoa y otros cuentos" Por: Hernán Iglesias Villar (Güira de Melena, Cuba

Portada_YemayY fue él, aquel "almirante de la Mar Océana", el intrépido genovés que cruzó a ciegas el mar, el primero que no encontró las palabras certeras para definir las sensaciones inéditas que despertaba la visión de esta Isla. Nunca supo el viejo Colón, que había caído bajo el influjo de la magia que emana desde este pedazo de tierra al borde del gigante telúrico. Luego vinieron otros, aquellos viajeros que también sucumbían al influjo insular, que no pudieron desprenderse de los deseos de auscultarla, de definirla, de absorber de alguna manera esa "ternura de las cosas pequeñas y el señorío de las grandes cosas". Todos, los de antaño como los de hogaño, cayeron dulcemente vencidos bajo el "peso" de aquella isla piñeriana.
Quizás eso le sucedió a Luis Eduardo Aguilera, un chileno que desembarcó algún día de la década de 1990 en esta franja de tierra, y luego comprendió que las pociones hechiceras de sus vientos, los conjuros silenciosos de sus gentes y el bilongo feliz de su mestizaje espiritual, lo convocarían una y otra vez para siempre al regreso. Y la Isla entró en su escritura, como hembra mulata, como pueblo abrasador.Y un viaje hacia el interior de Cuba, ese interior más profundo y revelador que las entrañas geológicas, es el que nos presenta ahora este narrador a través de tres cuentos: Yemayá, la virgen delmar de Baracoa, En el Paseo del Prado la vida es un sueño y La heredera de Ochún no se encuentra sola. Yemayá… cuenta una historia de amor, pero del amor entrelazado con las coordenadas de esta Isla.
El narrador, en una primera persona que también va mostrando sus ansias, sus miedos y sus sueños, nos acerca a la vida de Yusleidy, mulata de Baracoa, hija privilegiada de Yemayá, la respuesta a todos los anhelos de este hombre que solo buscaba esa dimensión inacabable del amor. Sabemos que Yusleidy existe, porque abraza, sofoca y arrasa, con su imagen desnuda al borde de la playa, todos los sitios vacíos y llenos del amante a quien ya no le cabe más dentro de la mirada del pecho. Pero por momentos deja de ser singular, corpórea. Entonces Yusleidy contiene todo el mestizaje que conforma la identidad de esta nación.
Toma rasgos de símbolo, donde se conjugan los contrastes y las búsquedas, las culturas cruzadas, arremolinadas y resurgidas en una criollez policromática pero distinguible. Cesa su mujeril presencia para convertirse en manera, en justificación que da al autor la posibilidad de ofrecer su visión de los cubanos, de intentar al menos –como viajero deudor de una larga precedencia de visitadores– rescatar un pedazo de la indefinición que circunda a la Perla de Las Antillas; o, simplemente, para confesar, sin prisas ni vergüenzas, su amor desesperado y lírico por esta Isla–mujer.
Y la ciudad –tema recurrente en las historias sobre Cuba de Luis Aguilera– vuelve otra vez aquí. No solo la ciudad visible, con sus calles, sus monumentos, sus edificios coloniales, sino también la ciudad–sentimiento, la Habana suspirada, que con apenas asomarse a ella anuncia que se le va a extrañar, que sobrevivirá en los deseos a pesar del tiempo y la ausencia. Habana que es historia, pero también presente con los juegos de niños, las "sábanas blancas colgadas en los balcones", los peligros y abaratamientos de los habitantes de una urbe que alguna vez fue ciudad de puerto.En Yemayá, la virgen del mar de Baracoa, Luis roza con la punta de su letra el mundo de la religión afrocubana, con su carga de misterio y su presencia latente en los principios de la cultura cubana.
Esta historia, a no dudar, es pura y tradicional narrativa, pero prosa atrevida que trasciende airosa sus límites hasta los predios de la poesía. Quizás por esa causa la realidad que se va recorriendo en el cuento no nos agobia con una objetividad que pudo llegar a ser aburridamente puntillosa; o tal vez no fue esa la razón –y pienso que así es–, porque más que realidad hallamos aquí contornos, reconocibles, pero no imprescindiblemente inequívocos: un toque maravilloso y hasta mágico los resguarda.Y música –música– de Pablo Milanés, de Silvio, de la trova tradicional, del Filin, los boleros, música, otra vez, música, imprescindible para vivir a plenitud esta Isla, que no puede desprenderse de la diversidad de colores, de sabores, de religiones, de certezas y rumores, y que tampoco pudo faltar en la historia de amor entre la mulata y el viajero, si la cita tenía lugar en Cuba, y la mulata era encarnación misma de Yemayá, la virgen del mar de Baracoa.
La otra historia que nos regala Luis Aguilera, En el Paseo del Prado la vida es un sueño, tiene los mismos aires de sitio, de bolero e imagen pictórica que anuncia su título. El autor continúa su viaje en la Isla, pero esta vez no hacia lo maravilloso o mágico, sino que se detiene en esa porción cotidiana, de entrecalles y patios que tanto abundan en la Cuba del interior, de pueblo, desde donde la ciudad se vislumbra como promesas, desenfrenos o se torna en nostalgias de parques e historias de amor.
El cuento nos lleva por una parte de la vida de Emilio Eduardo Sotomayor Ferrar, cubano sencillo, persona común, que como tantos cumplió una misión internacionalista, trabajó en una granja avícola, vive en un municipio pequeño, al sur de la provincia de La Habana, y amó, y desamó, y volvió amar. Es entonces una historia que ahonda en los resortes humanos del recuerdo, los desencuentros, las trazas de la distancia y los comienzos. Y está Cuba también en este cuento, pero ya no insólita, en sobresaltos transculturales, sino, más bien, la Cuba que, como los patios de la casa del pueblo del personaje principal, respira sosegada, entre el arrullo de los mangos y las guayabas que matizan el paisaje campestre cubano, pero igualmente transida por las contradicciones de su historia y sus gentes, que acaso también la definan, como esa otra visión arcádica, vestigio indeleble de espejo de paciencia.
A pesar de ello, el autor no puede sustraerse al hecho de develar dimensiones propias de nuestra cultura: la forma de cortejar, los prejuicios heredados de siglos de colonialismo español, la manera de conducir las relaciones interpersonales, el machismo. Persigue al narrador su sino de viajero, que no oculta su regusto por los árboles frutales y maderables, su admiración por los contrastes que están al comienzo de nuestra identidad, o por el sabor indiscutible de los "moros y cristianos" que preparaba Patrosinia, la madre de Emilio Eduardo Sotomayor Ferrar. El autor hace derroche de su oficio en transmutaciones mayormente imperceptibles de los planos narrativos, y el tiempo abandona su decursar elemental para intrincarse en un ir y venir desde el presente al pasado, al futuro, y vuelta al punto inicial, y otra vez a un ciclo diferente, que aporta ritmo y complejidad al texto, y permite establecer conexiones y estados de ánimo en momentos diferentes de los personajes y la historia; legado de una narrativa americana anterior que Luis continúa desde su particularidad exactamente definida.
Si bien se descubre esa huella, no sé por qué –y quizás nunca quiera explicármelo para no renunciar al morbo seductor de algunas dudas– a ratos en este cuento parece como si se leyera a aquella generación de la década de mil novecientos ochenta en Cuba, que pasadas las intensas caminatas, los fusiles, el insomnio de la muerte silbando ante cada bala agresora, comenzó a tratar de explicarse la sociedad que iban construyendo, con sus justezas y sus costuras visibles, y se fueron al trabajo, a las fábricas, a las oficinas, a la emulación, a la cocina de las casas y a los divorcios, en un viaje más a las esencias nacientes, más hacia la Cuba día a día, de los ómnibus y las pizzas en el 23 y 12 habanero; con un lenguaje que abandonó su epicidad, para transformarse en murmullo, en voz baja, pero persistente unas veces, cuando no en mueca irónica y mordaz. ¿Será que cristalizó el ser  atinoamericano de este chileno de sonrisa franca en estos predios?, ¿o será que tanto se le entró la Isla en su alma que ya sus letras se entretejen con nuestro espíritu, como se "abarrocan" las plantas en nuestros montes?
Por todas esas confluencias literarias y humanas, este cuento no sea tal vez el de Emilio Eduardo Sotomayor Ferrar, la ex esposa Magalys o Vazilby Díaz, la vuelta a los abrazos y la vida; quizás sea la historia también de quién sabe quién que se despierta en estos instantes a no sé cuántos kilómetros de distancia, una dimensión universal que despoja a este relato de finales perentorios, para que sea concluido cualquier día, cualquier noche, entre la mirada atenta de cada lector. ¡Ah!, pero es mi historia también, o la de esa muchacha que ahora cruza la calle, y si cualquier viajero se asoma a los predios de esta Isla, a sus gentes, a su aire, comprenderá rápidamente que Luis Eduardo Aguilera –el amigo Luis– escribía en Cuba, escribía desde Cuba.
Y la inquietud de este viajero atento, lo llevó más hacia adentro todavía en su paso por la Isla. El autor continúa esta vez hasta una porción más pequeña y profunda de Cuba; hasta el poblado de campo, el "asentamiento poblacional" cubano, que otrora estuviera conformado por trabajadores relacionados con el cultivo de la tierra, y que hoy la emigración interna desde el oriente de la Isla ha ido recomponiendo y aumentando. Entra así quizás por primera vez en la literatura chilena –¿y en la literatura toda?– el barrio de La Cachimba.Con "La heredera de Ochún no se encuentra sola", Luis se adentra en ese mundo de la barriada campestre, que se le aparece ante sus ojos viajeros como un espacio donde se dan citas los contrastes y las esencias; desde donde puede descubrir los secretos de la flora cubana, el sonido polifónico y sugestivo de nuestros bosquecillos, a los cuales solo puede asistir en calidad de espectador, y apenas alcanzar a describirlos en intensos cuadros plásticos, pero sin atreverse a desentrañarlos, quizas por no develar el encanto, quizás porque lo insólito siempre sobrepasa las zonas del razonamiento.
Aquí el autor se tropieza con la mitología cubana, con los Güijes que hechizan desde charcas y ríos; pero también con la arquitectura típica del campo, los pequeños jardines que rodean las casas, y la diversidad de matices sonoros y de significados denuestro léxico. Todo ello se le presenta diferente, nuevo, y no oculta su asombro y hasta su duda acerca del real significado de todo cuanto le rodea.
Aun el amor que experimenta en La Cachimba se tiñe de visos maravillosos; a la mulata Yanelys, sobrecogedora hasta el extremo de aparecerse a su mirada como depositaria de los encantos de la diosa Ochún, la descubre en un sitio casi olvidado por los mapas, casi inexistente luego de pasados los cuarenta minutos de carretera, y es ahí donde esta mujer arrasa con las contenciones del autor y le desborda la escritura en versos y melodías.
Y un viaje con semejantes alternancias entre la realidad y lo mítico, solo podía ser contado desde lo más interior, desde un monólogo que permitiera riendas sueltas a los devaneos psíquicos, para diluir la realidad en un cambio constante de planos, en un tiempo que se trasformara en subjetivo, en nostalgias y  dos, avasallado por una insularidad que amenaza con no admitir segundas oportunidades.
Por eso Luis Aguilera cierra su libro con este cuento, porque ha llegado a un punto trascendente en su viaje hacia el conocimiento de los secretos de esta Isla, pero también porque la recuerda –en la persona alucinante de Yanelys– desde la ventana de su balcón, y desde allí puede ver "los barcos que se alejan quejumbrosos del puerto de Coquimbo y La Serena, en Chile…" en una reticencia que bien pudiera ser el latido de una promesa.

Hernán Iglesias Villar (Güira de Melena, Cuba, 1972) Licenciado en Literatura Española. (Universidad de Ciencias Pedagógicas). Es director, guionista y conductor de programas de radio.  Trabaja actualmente en la emisora Radio Ariguanabo. Se desempeña también, como profesor adjunto de la Universidad Agraria de La Habana "Fructuosos Rodríguez Pérez". Es miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba y de la Unión Nacional de Historiadores de Cuba. Obras suyas han sido premiadas en diferentes festivales de la radio. Ha publicado varias investigaciones sobre Literatura e Historia de la Educación Cubanas.

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El Cartero de Neruda: Nevalis Quintana Fernández, Actor y escritor cubano


El Cartero de Neruda: Nevalis Quintana Fernández, Actor y escritor cubano

Sábado, 26 de Noviembre de 2011 23:58

Casa_NerudaEl cartero de Neruda: Nevalis Quintana Fernández, Actor y escritor cubano.[Ciudad de La Habana, 6 de agosto de 1972.]Actor y poeta. Integrante del Grupo de Creación Poética de la Fundación 'Nicolás Guillén' y otros proyectos literarios. Participante del Festival Internacional de Poesía de La Habana 'Proyecto Cultural Sur'. En el 2009 fue publicado en la antologia poetica ¨Como cada jueves. Poesía emergente en la Habana, editada por la Universidad Autónoma de Barcelona, España.
Si el flautista de Hamelín partiera con todos nuestros hijos ¿comprenderíamos que se nos va el futuro?
Silvio Rodríguez

MARIO: «Usted cree, don Pablo, que el mundo, quiero decir todo el mundo, con el viento, los mares, los árboles, las montañas, los animales, los desiertos, las lluvia.., las etcéteras. ¿Usted cree que el mundo es metáfora de algo?»– Antonio Skármeta,
Ardiente paciencia

A_NevalisDerecha, Poeta: Nevalis Quintana Fernández, Actor y escritor cubano.[Ciudad de La Habana, 6 de agosto de 1972.]Actor y poeta. Integrante del Grupo de Creación Poética de la Fundación 'Nicolás Guillén'; Junto al Poeta  Cubano Pablo Armando. 


El Cartero de Neruda
El cartero está llamando a la Puerta del Mar,
en cuyo lecho dormita el Poeta.
Isla Negra amanece en el duelo de las piedras y las olas.
«Aquí en la Isla
el mar y cuánto mar, se sale de sí mismo
a cada rato».
El joven cartero expira hechizado ante la dama Poesía.
Le dicen: «¡Es Neruda, el poeta amado por el pueblo!»
Responde: – «¡Por el pueblo, pero tambien por las mujeres!»
El Poeta, sacerdote del verso, pregunta: «¿Cómo se llama?»
Él, tímidamente contesta: «Beatriz...»
La madre acaricia el temblor de los suspiros de la muchacha
herida:
«Estás húmeda como una planta».
Nunca Edith Piaf besó tanto a Los Beatles.
Como sirenas, los pescadores capturan en sus redes
la metáfora oculta de los mascarones inertes.

La proa surca los océanos de alegrías y tristezas;
juntas exclaman: ¡Unidad Popular!
Salvador y Pablo, Pablo y Salvador
son los santos pecadores
de este infierno laberíntico que es Chile.
La sombra oscura levanta su copa:
«¡Que venga, que venga la cueca,
que venga asesinando a balazos a la desnuda Poesía!»
¡Huevones, nunca sintieron el dolor
de sus pechos ensangrentados!
Neruda camina lento sobre el reino de Tritón.
«Yo vuelvo al mar envuelto por el cielo.
El silencio entre una y otra ola
establece un suspenso peligroso».
Isla Negra ya no es Isla Negra:
es sólo un escenario donde los actores
esculpen en rocas la Poesía.
Allí regresa, una y otra vez el cartero
en busca del Poeta, a la Puerta del Mar.

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