domingo, 8 de mayo de 2011

Barrio Caupolicán

Amenaza inmobiliaria sobre Anticuarios Calle Caupolicán

UNA VIDA DEDICADA A PRESERVAR LAS COSTUMBRES Y LA CULTURA NACIONAL

Llegaron el siglo pasado y hoy conforman una familia de especialistas en la recuperación, restauración y reparación de muebles antiguos. Se ubican en la calle Caupolicán, en la zona que algunos denominan "el patio trasero de Providencia" – que por nueva división territorial hoy es también Ñuñoa - porque en sus calles ya no se divisan las tradicionales casonas donde antaño vivió la aristocracia chilena, esa clase social de privilegios eternos que luego de unos años decidió alejarse por temor a los nuevos vecinos.

Se iniciaron como "busquillas" o recolectores de objetos en desuso, esos que con los años se acumulan en los rincones, bodegas y en patios abandonados por el olvido, pero que en manos de ellos siempre tienen sentido y pueden ser reutilizados.

Esta costumbre de los anticuarios de preservar y recuperar muebles antiguos lo traspasaron a sus hijos. Juntos se han perfeccionado en el oficio para ofrecer nuevos y mejores servicios. Saben que valor de sus creaciones está en sus manos y en el tiempo que le dedican a su trabajo. En el detalle minucioso que marca la diferencia y que representa el desafío permanente por obtener la máxima fidelidad ante la obra original.

La calidez del trato con sus clientes que los siguen por años es el tesoro que cuidan con celo. Por eso los restauradores se esfuerzan para complacerlos y aprecian el significado que tienen las obras heredadas de padres y abuelos. El respeto y la confianza en la palabra empeñada les ha permitido mantenerse vigentes, así también les proporciona grandes satisfacciones.

Durante la dictadura sintieron el peso de la recesión económica que se dejó caer con fuerza. Los clientes escaseaban y las ventas disminuyeron al mínimo, entonces resolvieron salir con todo a la calle. Así fue que en una decisión unánime vaciaron sus bodegas e instalaron todo en los frontis de sus negocios para demostrar que seguían vivos y que iban a seguir luchando.

En el tiempo arribaron nuevos vecinos con tiendas de diseño, galerías, talleres de arte y restaurantes, lo que amplía sus posibilidades de negocio. Sin duda una nueva oportunidad para los anticuarios de la calle Caupolicán, pero hoy, al igual que otros comerciantes se enfrentan a la amenaza de desaparecer "con la llegada del progreso".

Con la venia de los municipios la presencia de las inmobiliarias se ha convertido en un panorama cotidiano. Sin respeto por la cultura, las tradiciones y la arquitectura del barrio están cambiando el panorama. Compran a bajo precio las propiedades con el objetivo de desplazar a los restauradores, quienes porque corren el riesgo de ser removidos del sector.

Ante esta nueva realidad es fundamental que los vecinos tomen conciencia que detrás de estas empresas constructoras y del discurso modernizador de la comuna, se encubre la decisión de eliminar la historia de un sector que creció por la colaboración conjunta de todos los que por años han vivido en el Barrio Italia.

Son ellos quienes se han esforzado por mantener indeleble el recuerdo del pasado, por preservar la memoria de los objetos materiales que nos acercan a lo que somos como país, por guardar las evidencias que nos hablan de nuestra cultura y de lo que finalmente nos permite conservar la identidad de chilenos.

La invitación del Centro Cultural Cordillera es a visitarlos, conocer de sus productos y habilidades, solidarizar y acompañarlos el primer sábado de cada mes en la difusión y defensa de su lugar de trabajo. Ñuñoa y Providencia necesitan de estos espacios.

Si quieres saber más y/o contactarte con ellos, puedes llamar a Héctor Lamur – coordinador del sector - al F: 2472157, o, al 08-8822265, o visitarlo en Caupolicán 475. (quien también es directivo del Centro Cultural Cordillera).



Estación Caupolicán donde el tiempo se detiene.


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