martes, 11 de octubre de 2011

Todos los sueños en el Andén-Cecilia Castillo...desde Iquique



Todos los sueños en el Andén-Cecilia Castillo...desde Iquique





El.Andndelossueos


Tengo un amigo que acostumbra conversar bajo las estrellas. Quizá porque quisiera apagarlas, a veces. Pero no, ellas son sus preferidas ante una luna que se quiebra y ese sol que amenaza con extinguirse. Él vive en ese río de estrellas.


Este es un hombre para quien la amistad es masculina. ¿Cómo lo sé? Creo que eso se proyecta, aunque no lo quiera como


autor, en cada una de sus historias: desde la receptividad hermanable y de corazón abierto en "El barco varado" en un recorrido largo y significativo que alcanza su punto máximo cuando "conversa bajo las estrellas" con esa sólida ternura que es a la vez fuerza y reciedumbre.


Y puedo vislumbrar que la mujer, para este narrador, no es objeto de fraternidad sino de admiración, de maravilla, de disfrute de ojos y de piel, incluso en la lejanía o en los recuerdos…"Él dirige su primera mirada hacia ella pensando que se quedará ciego de tanto mirarla…" "…antes de besarla, despacio, muy despacio, la habitación se ha llenado de una infinidad de colores". "…dibujé su cuerpo juvenil, imaginé sus dedos, con esa extenuación extrema, que la hacía mucho más delicada…"Este es un hombre que sueña y sabe soñar corazones de mujer penetrando en sus anhelos "En las tardes de luna [de nuevo la luna] se enferma de nostalgias, la contagia de soledades e invocaciones, desairando su porvenir, emergiendo en su voz un grito y busca con la mirada a un hombre que la ame en una noche fugaz, furtiva, pero no lo consigue. Es demasiado exigente".


Tengo un amigo que sabe sonreír a pesar de que también se duele y se conduele. Como cuando me advierte: "Al nombrar lo malo empieza a aceptarse y desde el momento en que lo aceptas ya no te abandona"…porque quizá hasta siempre en estas patrias del sur vamos a estar sufriendo con la herencia de dolor y horror que nos marcara hace varias décadas. Porque no siempre podemos comprender o aceptar "la diferencia entre estar y sentirse" puesto que el sentimiento está vivo en esta "Tristeza a orilla de la noche". Y, al mismo tiempo, sangramos en el esfuerzo de que nuestros hijos y nietos no olviden, para que se conserven en su memoria y en la historia nuestros hermanos víctimas y mártires.


Tengo este amigo que escribe y describe su entorno en la magia de los breves valles de este norte verde. Los muestra desde el paisaje y desde las almas. Pero, lo que más me gusta es escuchar el cómo los relata, con esa intensidad y gracia del que siente en su voz cada palabra. Y entonces esas narraciones me llaman con fragancia de fruta y flor porque es el paisaje y un poco la remembranza de mi infancia y breve adolescencia.


Gracias, amigo Luis, por los sueños y los andenes...




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