sábado, 13 de agosto de 2011

De Andadura a travesía; La poesía de Julio Piñones Por Gregorio Ángel Moreno*

De Andadura a travesía; La poesía de Julio Piñones Por Gregorio Ángel Moreno*

Jilio_PionesYa en Andadura (Valdivia, 1982), el primer libro de Julio Piñones, aparecen algunas constantes que no abandonarán más su trabajo poético: la contención del idioma, que lo aleja de todo lastre retórico, la ironía y la coloquialidad, que, en algunos poemas, transfigura, redime al lenguaje, hacia la mejor antipoesía "(y)…nos traslada a un mundo sensitivo, mirado desde dos ojos que no dejan escapar a la buena

poesía, es decir, a esa manera de hablar en que las palabras están desprovistas de esa suerte de burocracia de la poesía, que es la de escribir sin significar" (Jorge Torres, Valdivia, 24 horas, 1982). Es lo que Ignacio Valente advirtiera, escribiendo: "…celebro en este libro suyo…ciertos poemas en que el humor es certero" (Santiago, El Mercurio, 1982).

En cuanto al sentido, aparece el viaje como leit-motiv de esta Andadura y de su obra posterior, por cierto, mucho menos físico que simbólico, semántico, conceptual, político, extensivo, universal. Forma encubierta del dolor del exilio, del recuerdo de los caídos, de los torturados, de la expresividad evasiva y del ocultamiento ante la censura represiva a los libros implantada por la tiranía. Esta preeminencia, en sus diversos planos de complejidad, ha sido bien enfocada por otra referencia de su tiempo: "Es un desplazamiento…por la geografía cultural, por los antecedentes literarios…y por la Historia…que explora los diversos niveles y posibilidades de textos en los que se combinan la cita clásica...con el fragmento de la canción popular. Esto… configura una suerte de mofa que se vuelve contra lo culto…en una renovación del proceso de comunicación del texto lírico…" (Rubén González, Valdivia, Diario Austral, 1982).

Casi diez años después, plazo suficiente para la presentación de alguna otra obra, aparece Poemares (La Serena, 1991): "…estos poesales / bañan nuestras heridas abiertas", con poemas escritos en la segunda mitad de los años 80', pero impresionados en el horror y las secuelas de la dictadura militar que asoló Chile desde 1973, hasta pocos años antes que se publicara este poemario. Contexto histórico que obliga al hablante a la denuncia "indeclinable" de los desaparecidos, la tortura, el exilio, la muerte; acudiendo a las formas del coloquialismo, al castellano antiguo, a letras de tango y de otras canciones populares, a citas de versos de reconocida inauguración poética: "chacales que el chacal rechazaría", "los ríos que van a dar a la mar que es el morir", "hay golpes en la vida, tan fuertes…yo no sé"; y –entre otras- a expresiones que el establishment post-dictadura presentaba en su discurso de componendas: "hacer justicia en la medida de lo posible". Drama particular, nacional, que al finalizar la primera parte del libro (Poemas del Mal Decir), ya se ha hecho general, universal, con la pregunta realizada a "Caín, / César, / Augusto, / Caifás, / ¿Nunca más?)".

Es un libro que encuentra, a pesar del dolor y la rabia con el cual se canta, la salida esperanzadora en el amor de la "fermosa mía" y "…el dulzor del hijo…dotado de ojos más nuevos"; en el entrañable amor a la patria -la verdadera-, que profesa el hablante: "Patria y matriz mía, / Sólo sé que te amo / Por amor al amor, / Por amor a tus seres, / A tus costas, / A tu luz". Las últimas páginas del libro nos muestran profusión de anáforas, aliteraciones, jitanjáforas, caligramas…como un tributo al vivificante fuego y al juego de crear. La fe en la música y en la poesía hace exclamar al hablante: "Quiero irme sin odios", y –citando a Benedetti—"ni queremos / que la canción se haga ceniza / Y sobre todo: Porque venceremos la derrota". Quizás sea esta inmediatez, la presencia de un verso mayoritariamente denotativo, la mayor crítica que se pueda realizar a este Poemares; sin embargo, da la impresión que, dado el horror de lo cantado, no había otra forma de expresarlo, sin caer en la retórica vacua. Así fue visto por Carlos Olivárez, el recordado director de Literatura y Libros: "Julio Piñones impone una voluntad de estilo al poner en evidencia sus fuentes informativas y culturales al final del texto. Nos está diciendo que, aparte del grito o aullido solitario, viene acompañado por una tradición lingüística e histórica impecable" (La Época, 1991).

Pecados cordiales (Valdivia, 1994), es su tercer libro y fue publicado en la primera mitad del siglo XX: "Al filo deste segundo millar, vea usté: misericordiosas miradas sobre el actuar dil homo no tan sapiens". En esta obra, su autor, sobre la base de la utilización de los diversos registros y variables de la lengua, además del intertexto de la canción popular, del uso de expresiones provenientes de diversos idiomas y de alusiones a la gran literatura, entre muchos otros recursos, presenta la experiencia totalizante de un hablante inmerso en un mundo que lo desencanta "terrestre pantomima", "circo pobre / que da risa", en el cual hasta el encuentro – "reencuentro"- del amor, antes, puerta de esperanza (en Poemares), ahora: "Es sólo vacío a horcajadas" y deja la sensación que el Reencuentro, es insuficiente para encantar.

El hablante anuncia, en Pre-Ambulo –2 º parte de este libro--, su canto como: "Compasivo, complaciente, et misericordioso", mas al cerrar esta obra prevalece una profunda y escéptica amargura, y se termina identificando el hablante con los claudicantes versos de Cuestión de familia, donde "…uno muere, /muy lentamente…sólo por ser toro de lidia…en árida arena", en la cual, "los criminales seguirán orondos por las calles / los cómplices, perdonándose, unos a otros;/ los ladrones siendo respetados, / enfundados, siempre, en su muy seria seriedad", porque todo: la historia colectiva de un país post-dictadura, que honestidad y coraje esperaba de sus nuevos gobernantes democráticos, (no "la verdad a medias o sea la mentira total"); e historia íntima, porque: "la susceptibilidad del amor es más blanda y sensible que los tiernos cachos de los caracoles" y así "todo se fue a la cresta".

En el último poema de este libro, el hablante en la ironía invita: "Es mejor que sigamos pecando, / sin médico, ni abogado, / ni sacerdote, ni magistrado"; pero "¡Sin olvidarnos más!": la memoria permite que la vida personal y la historia de los pueblos, esté allí, presente, (por ejemplo, en canciones y poemas), por si se quiere recordar, y no caer en "la jornadita que nos esperaba"; si… "nos la hubieran anticipado".

Buen poemario, éste, el siguiente de Julio Piñones, libro escrito en el año 1997, durante el cumplimiento a la beca "A la Trayectoria en el campo de las Letras", concedida al autor por el Consejo Nacional del Libro y la Lectura y que fue publicado por RIL editores, Santiago, 2000. El poemario se divide en cuatro partes: Nocturno Púrpura, Bellísimas, La Banda de los Corazones Solitarios y Las Grandes Vidas. El correlato objetivo -principal- que le da unidad al texto global es el viaje, viaje alegórico, "en ese bajel fantástico", "narval" esotérico "que vuela por los aires", "el submarino amarillo / de nuestros sueños" y Distanciándose de Versalles: "Atrás quedan Maquiavelos y Apolonios/enredados en sus cortinajes, donde pudiera hallar consuelo / la desesperación humana". Viaje que presenta ciertas coordinadas físicas reconocibles: la ruta norte, el desierto de Atacama, Antofagasta, los salares, el caliche; en el cual el Primer Destierro se da justamente – "perpetuo inmigrante" - en Santiago ("capital de no sé qué", la nombraba el poeta, recientemente fallecido, Gonzalo Rojas).

Bellísimas se abre con Acantilado gaditano, escrito sobre la base del recurso formal de la simultaneidad, (utilizado antes en el poema Tranquilo lector y después en Ésa la Extraña, y en Déjame decirte que, cuyo afán es abolir la linealidad del signo y que se aviene, en este poemario, con el paulatino ingreso de la voz del hablante en la desilusión y el más acerbo escepticismo: "… tripulantes del viaje que buscan / vanamente / certezas" y que "a la hora del recuento", en el amor, "sólo queda reunir / materiales y herramientas no resta / más que desarmar este pedazo de vivienda". Para el hablante: "Todo radica en que tu corazón resista / … semejante / a ese mineral que dejas sobre / el escritorio al cual debes aferrarte / decía Kafka para no enloquecer de dolor".

El final de la carretera de la vida, (At the end of the higway, el último texto del poemario), refrenda todo lo afirmado en el párrafo anterior y el lector, que suscribe estas líneas, -recurriendo a una imagen del libro anterior -Pecados cordiales-, con un rictus a lo Bogart en la comisura de sus labios, piensa en alta voz: "La vida, una vez más, querida,/ nos ha echado a perder el guión".

Travesía, (Editorial de la Universidad de La Serena, 2008), último libro publicado por Julio Piñones, poetiza los mismos temas que ha venido desarrollando desde su obra anterior: la rigurosidad en el oficio de la escritura, formalmente cantada desde la impersonalidad del hablante, a través de un verso libre, preciso en su ausencia de toda retórica; ideario perseguido por su autor desde la lejana Andadura y alcanzada en plenitud en esta obra. La denuncia y crítica social constituye un fresco de la sociedad neoliberal extrema, en la cual, el país, terreno fértil para experimentos sociales, vive-sobrevive o subvive- día a día su circunstancia inmediata. Es en este apartado, donde se lee un poema inquietante –El inculpado--, en el cual, utilizando un tono kafkiano, el autor va más allá de la denuncia y es capaz de profetizar –tarea de la gran poesía- allá por el año 2008, una realidad manifiesta en el Chile jurídico de estos tiempos, se cita: (el inculpado debe) "Desviar su mirada cuando sea / notificado de la insana sentencia. / Será una voz sin dueño la que informe. / Una voz que habla sola en el aire. / Una voz que no desea respuesta./ Una voz que sirve para estos casos. / Una voz que no lo dice todo./ Una voz que se oculta / una vez tirada la piedra".

Espejos Cóncavos –parte 2ª del libro- presenta cuatro poemas logradísimos, de lo mejor del poemario: Acechanzas enriquece el tópico Tempus Fugit con la variante del agostamiento del amor –temática también cantada en estos poemas (iniciada en Pecados Cordiales y sentido que vertebró gran parte del texto Bellas y Orates). "Heaven I'm in heaven"—intertexto musical bailado en el cine por Fred Astaire-- es el hermoso –en su infinito desencanto- poema al desgaste del amor. Y la última parte del libro poetiza un tema caro al autor: el norte, Atacama, el desierto; pero, aunque hay versos de buena poesía, no alcanza las alturas de los poemas citados, (y otros, para motivar a la lectura personal de la obra, no mencionados).

Se han titulado estas notas a la poesía de Julio Piñones: De Andadura a Travesía, para marcar la unidad de una labor poética realizada durante toda una vida; merced a las alturas que ha ido alcanzando su poesía, el autor es una de las voces importantes del Norte poético chileno, en particular, y del país, en general.

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* Gregorio Ángel Moreno, poeta, nació en Coquimbo, Chile. Se tituló de Profesor de Castellano y Filosofía en la Universidad de La Serena, en 1983.

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