domingo, 25 de mayo de 2014

Luis Aguilera González, a la izquierda del camino






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May 21, 2014 7

Luis Aguilera González, a la izquierda del camino

Luis Aguilera González, a la izquierda del camino. El escritor y militante comunista cuenta su historia, revela detalles de su infancia en la Región de Valparaíso, en donde tuvo que batallar contra la pobreza y lograr vencerla. Afirma que está feliz con todo lo que ha logrado y que seguirá soñando "con un país más justo y por la igualdad", desde su trinchera, la de siempre. ARTÍCULO | 17…
Venía recién llegando de Cuba y quizás por eso su ánimo era diferente. Sonreía cual caribeño paseando por la Plaza de La Revolución y caminaba calmo como Fidel en el living de su casa. Sí, aunque estuviese a kilómetros de distancia de la isla, en una pequeña oficina de La Recova, Luis Aguilera estaba contento y se notaba.
El escritor y militante comunista "hasta los huesos", que ha sido candidato prácticamente a todo por el partido de su amores desde el retorno a la democracia, nos recibió en su refugio en el tradicional mercado serenense, donde pasa la mayor parte de su tiempo, escribiendo, construyendo los caminos para los escritores de la SECh (Sociedad de Escritores de Chile) de la cual es presidente, para revelarnos en parte su historia más desconocida, la otra faceta del político, el lado más íntimo del autor de El Andén de Los Sueños.
El "niño luchín"
Hoy se sienta en su escritorio y los amigos van y vienen para saludarlo. Es uno de los hombres fuertes de la literatura regional y también de la política. Pero no siempre fue así. Hubo momentos en que este serenense por adopción, casado y con familia, tuvo que ingeniárselas para "parar la olla", cuando era tan sólo un niño que lo único que quería era chutear una pelota de trapo en los terrenos baldíos de Valparaíso y Villa Alemana. Y es que en su infancia tuvo necesidades mayúsculas y se emociona cuando las recuerda. Así lo denotan sus ojos y sus gestos que cambian de ritmo al traer a la memoria aquel tiempo pasado. "Había necesidades, sí, pero no puedo decir que fui un niño infeliz, de ninguna manera, porque siempre hubo algo por lo que soñar en mi casa y tenía una familia que era más bien numerosa, con muchos hermanos, éramos seis. Además mi madre y padre eran personas muy cariñosas. Él era muy trabajador y se esforzaba porque no nos faltara nada, era militante comunista y de eso tengo bonitos recuerdos también, porque además de laborar para ganar dinero hacía un trabajo para el partido. Salíamos a repartir El Siglo, y ahí conocíamos a gente. Eran bonitos tiempos, pese a la adversidad", recuerda Aguilera, ya con un dejo de nostalgia en su voz.
Pero lo más complicado vino después. Resulta que cuando tenía cinco años, sin que él se diese cuenta o pudiese hacer algo para evitarlo, recibió el primer gran golpe de su vida, sus padres se separaron y ya nada fue lo mismo. "Para nosotros los hermanos fue chocante, porque no lo entendíamos (…) Ahí mi padre se fue y después tuvimos muy poco contacto… Mi madre tuvo que trabajar más y nosotros siendo niños también tuvimos que empezar a trabajar porque era así de simple, o trabajábamos o no comíamos. Así transcurrió mi infancia", recuerda el presidente de la Sech, sin alterar ese tono de nostalgia, mientras a su izquierda una fotografía de Allende parece no quitarle los ojos de encima.
El tener que valerse por sí mismo sin duda marcó su carácter. En esa vida de sacrificio y lucha, se encontró con mucha adversidad, pero también con mucha gente buena. Y cuando se trata de recordar a esas últimas lo primero que se le viene a la cabeza es la pareja de abuelos que a la edad de 11 años le dio trabajo en una casa quinta que él tenía que mantener. Y es que esta gente llegó como a ser parte de su familia. "Tuve suerte de encontrarlos, mucha suerte", precisa. Un ruidoso auto que pasa por fuera de su oficina lo interrumpe, pero el silencio retorna. "Ellos eran dos jubilados con los que estuve harto tiempo, yo a esa edad ya andaba de trabajo en trabajo, me gustaba cambiarme porque siempre encontraba algo nuevo y en ese minuto me quería comprar una bicicleta, me acuerdo que cuando ellos supieron que yo me quería ir me compraron una bicicleta para que no me fuera. Después me la iban descontando de mi sueldo, pero muy poco. Y en esa casa, además, me hacían estudiar en una gran biblioteca que tenían, me querían mucho. Pero, bueno, después por cosas de la vida yo me fui, aunque recuerdo con mucho cariño a esa familia", cuenta Aguilera, quien libera una sonrisa leve. "¿Ves?, Por eso no puedo decir que tuve una infancia triste, a pesar de todo", agrega.
Transitando por la izquierda...siempre
Siempre fue comunista y según cuenta, más que porque su familia lo haya sido, porque él mismo, en estas idas y venidas durante su infancia, vio cómo el abuso de algunos primaba frente a la buena voluntad del hombre y no quería que aquello se perpetuara.
FOTO2En su oficina, Luis Aguilera se siente como en su casa. Es allí donde pasa la mayor parte del tiempo, trabajando y dando riendas suelto a su creatividad literaria.
"Cuando a uno le ha tocado vivir cosas difíciles, disfruta más las cosas que para alguien podrán ser normales".
Él iba a hacer algo y por eso decidió entrar a militar a "La Jota". "Estoy orgulloso de haber entrado al partido por las mías, nadie me obligó. Yo mismo me di cuenta de las injusticias que sucedían en este país. En los lugares donde trabajaba, en muchas partes vi cómo los patrones o los dueños de las empresas trataban mal a los trabajadores, no les pagaban y una serie de cosas que te crean una conciencia", indica un enérgico Aguilera, quien recuerda con exactitud el momento en que cambió la historia del país, cuando el Gobierno de la Unidad Popular era derrocado por los militares, teniendo él 15 años y siendo un reconocido militante de izquierda. "Estábamos viendo tele en mi casa y sentimos mucho ruido, afuera hasta que de pronto entran los militares a todas las viviendas de la población ahí en Villa Alemana y nos sacan a todos para afuera. La imagen de ese momento es bastante triste, porque había hombres y mujeres, niños, algunos en ropa interior, con las manos en la cabeza y siendo apuntados por armas. Nos registraron todas las casas. Afortunadamente, a nosotros no nos encontraron nada que pudiese indicar que éramos comunistas, porque mi madre se había encargado de esconder muy bien todo lo que ella sabía que había que esconder, pero lo doloroso fue que en ese momento también se llevaron a vecinos que nunca más vimos volver", cuenta el excandidato y el tono de nostalgia vuelve a apoderarse de su voz.
Pero no había forma de ocultarse para siempre. Aguilera estaba consciente de que una población como la que él vivía sería siempre el blanco de las redadas militares y por ello, cuando tenía 15 años y cursaba primero medio, se marchó de la Región de Valparaíso y se vino a "relegar" a Vicuña en donde tenía algunos parientes por parte de madre. Fue en la ciudad del Valle de Elqui donde comenzó una nueva vida y desarrollo las dos actividades que lo apasionan conjuntamente, la politica y la literatura que hasta el día de hoy lo acompañan: "Acá a la zona llegué el año 73 y me quedé hasta el 78. Si pudiera resumir esa vida en Vicuña yo diría que todo fue positivo, conocí a muchos amigos. Cuando llegué me encontré con gentes del MIR, comunistas, socialistas, gente que se había venido a relegar acá también. Además, aquí estudié mi enseñanza media en el liceo Carlos Mondaca y recuerdo que ese colegio me sirvió para darme cuenta de mi amor por las letras. Yo siempre había escrito, pero no fue sino hasta llegar acá a Vicuña que comencé a hacerlo de manera un poco más dedicada, un poco más seria podría decirse, porque tuve los profesores que me incentivaron (…) Y bueno, aquí también conocí  a la madre de mis hijos",  afirma el escritor y político.
"Hubo momentos en que tuve que pedir en la calle en la quinta región, y ahora no es mucho lo que tengo, pero no hay mayores necesidades,  logré educar a mis hijos, formé una familia y no puedo no estar orgulloso de ello".
15  Años tenía cuando cursaba primero medio y se marchó de la Región de Valparaíso, para venirse a "Relegar" a Vicuña..
FOTO3En la imagen, cuando tenía once años y todavía jugaba en las calles de Villa Alemana. Aquí cuando era un adolecente a punto de dejar la región de Valparaíso.
 
FOTO4En la fotografía, con dos líderes históricos del partido comunista, la militante más  importante de la historia, Gladys Marín; y Jaime Gajardo.
"Acá a la zona llegué el año 73 y me quedé hasta el 78. Si pudiera resumir esa vida en Vicuña yo diría que fue todo positivo, conocí a muchos amigos".
FOTO5Con Volodia Teitelboim también hizo buenas migas y fue muy cercano. Con Luis Corvalán compartió largas charlas en tertulias en la que fue forjando su carácter político.
Cuando terminó la enseñanza media, Aguilera retornó a Valparaíso, el lugar donde, según afirma, nació "por equivocación", para estudiar administración de empresas. Y es que Aguilera quería ser alguien en la vida, establecerse y esas ganas pudieron porque luego de dos años terminó la carrera. Fue en ese minuto cuando tuvo dos opciones, retornar a Vicuña o ir a probar suerte a una ciudad que por entonces era para él relativamente desconocida, La Serena. Eligió la segunda opción. "Lo que pasa es que acá había mejores oportunidades laborales que en Vicuña, bueno, eso era lo que yo creía en ese minuto", afirma, con una risa que deja una estela de sarcasmo. Y claro, por esos años, la capital regional no era precisamente la tierra de las oportunidades y Aguilera pasó zozobras antes de poder encontrar un trabajo estable. "Estuve en la construcción, poniendo pisos, en diversas labores, no encontraba trabajo y de pronto se hacía complicado porque tenía que mantenerme acá en la casa de unos amigos que me recibieron en Las Compañías y había momentos en que sencillamente no tenía plata. Pero por suerte las cosas mejoraron cuando un amigo me ayudó a ingresar a una empresa un poco más grande y ahí estuve por un buen tiempo, pero al principio, te repito, no fue fácil", cuenta, mientras, de repente levanta la mirada, mira a su alrededor y parece estar observando lo que hoy posee, después de haber empezado de la nada. Aguilera se siente orgulloso, y se nota.
Aguilera hoy: Penas y alegrías
En la Serena se forjó como es hoy. Llegó un momento en que dejó su trabajo estable, y hoy se sustenta gracias a labores particulares. Aquí entró de lleno en la política y cuando retornó la democracia, el Partido Comunista decidió que debía ser él uno de los elegidos para ganar las instancias de poder necesarias y así comenzar a cambiar el mundo. Primero fue como concejal, después como alcalde, luego como diputado y también como senador. No resultó electo en ninguna oportunidad, pero, según afirma, todo fue ganancia ya que le sirvió para entrar en contacto con la gente, nutrirse de las personas, sus historias y ganar experiencia política y de vida. "Nunca me fue mal en las elecciones. Si bien no gané tuve buenas votaciones y aprendí mucho", acota. 
Pero no sólo de política ha colmado su vida en la ciudad de los campanarios, aquí también retomó la pasión por las letras que había comenzado en Vicuña, ha publicado cuentos a rabiar y su talento y capacidad como gestor cultural lo hicieron llegar a ser el presidente de la Sech (Sociedad de Escritores de Chile) en la Región de Coquimbo, siendo además miembro de la directiva nacional de la entidad.
-¿Qué siente ahora al ver todo lo que ha conseguido? 

"Mira, no quiero ser soberbio, pero creo que bien, porque este es un tema personal, de niño tuve que trabajar desde los cinco años y aun así no siempre me alcanzó. Hubo momentos en que tuve que pedir en la calle en la Quinta Región, y ahora no es mucho lo que tengo, pero no hay mayores necesidades, logré educar a mis hijos, formé una familia y no puedo no estar orgulloso de eso", cuenta Aguilera, quien parece erguirse un poco más en la silla de su oficina y recuperar ese tono nostálgico.FOTO6
En el mundo de la literatura también le ha tocado compartir con importantes escritores. Aquí con Hernán Rivera Letelier.
 "Lo que pasa es que cuando a uno le ha tocado vivir cosas difíciles, disfruta más las cosas que para alguien podrían ser normales. Por ejemplo, y en uno de los momentos más felices de mi vida, me acuerdo que cuando me compré mi casa, me quedé durante horas solo en ella, todavía estaba vacía y me vino algo muy especial, empecé a abrir y cerrar las puertas, a abrir y cerrar las llaves, a encender y a apagar la luz y todo me parecía maravilloso, porque todas las piezas tenían puertas, tenía luz, tenía agua, y eso cuando pequeño para mí hubiese sido algo impensado. Son cosas lindas que uno atesora en la memoria", cuenta Aguilera, quien de pronto calla. Y nosotros también callamos. No es necesario seguir preguntando. Conocimos a Luis Aguilera en lo más íntimo, a aquel que medita entre sus libros de Marx, Lenin y Neruda, aquel obstinado político y cariñoso padre, simplemente un hombre.
 
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Diario El Día. Sábado 17 de mayo de 2014 Año LXXI N° 25.558 – IV Región, La Serena.

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